lunes, julio 07, 2014

¿Son mis decisiones prueba de mi fidelidad a Dios?


Nos pasamos la vida tomando decisiones, algunas decisiones son banales o triviales  (“ tomo un baño ahora o duermo la siesta” ) , pero otras son cruciales y determinantes, (dedicarme a una carrera profesional ). En la vida cristiana los dilemas se “agravan” o se hacen más difíciles cuando las decisiones son pruebas de la fidelidad a Dios.  Muchas veces te asaltan las dudas, la inseguridad de no saber si la decisión es correcta,  estas dudas puede anidarse en tu mente y convertirse en un problema más grave.



En esos momentos una de las formas de resolver el dilema es por medio de la consulta con otros creyentes, a los que consideramos de confianza, por su madurez espiritual o su ejemplo. ¿Será esta la mejor manera de tomar decisiones?

No todas las personas buscan consejo por las razones adecuadas, algunos buscan consejo tratando de escapar de la responsabilidad propia de la decisión; es decir dejar que el consejero tome la decisión.


La decisión es, o mas bien debe ser, personal. Es un acto de la voluntad que Dios ha puesto en ti.

Oswald Chambers (En pos de lo supremo) comenta acerca de la importancia de la decisión como prueba de la fidelidad:
"Escoged hoy a quién habéis de servir". Josué 24:15

Esto implica un cálculo a conciencia, no algo a lo cual llegas impulsado con facilidad. Todo lo demás en tu vida queda bloqueado hasta cuando tomes la decisión. La propuesta es entre tú y Dios. No consultes "con carne y sangre" al respecto (Gálatas 1:16). Con cada nueva propuesta, las otras personas van siendo dejadas "de lado" cada vez más. Aquí es donde se presenta la tensión. Dios permite que la opinión de los otros santos te afecte y, sin embargo, vas perdiendo poco a poco la certeza de que otros entienden realmente el paso que estás dando.

No tienes por qué saber hacia dónde te está dirigiendo el Señor. Lo único que Dios te explicará es a Él mismo. Declárale abiertamente: "Te seré fiel". Pero recuerda que tan pronto elijas serle fiel a Jesucristo, te convertirás en un "testigo contra ti mismo" (ver Josué 24:22). No consultes con otros creyentes, sino confiesa delante de Él: "Yo te serviré". Sé fiel y reconoce la fidelidad de otras personas. (Oswald Chambers)

La próxima vez que tengas que te encuentres en un dilema, verifica que tus decisiones son una prueba de tu fidelidad a Dios.

 
Bendiciones : 

Frank

sábado, abril 26, 2014

Santificar, canonizar y beatificar no significan lo mismo.

La diferencia va más allá de la semántica , es decir más allá del significado de las palabras.

Veamos primero las definiciones de la Real Academia Española de la Lengua 

 canonizar.
(Del b. lat. canonizāre, y este del gr. κανονίζειν).
1. tr. Declarar solemnemente santo y poner en el catálogo de ellos a un siervo de Dios, ya beatificado.
2. tr. Calificar de bueno a alguien o algo, aun cuando no lo sea.
3. tr. Aprobar y aplaudir algo.

 santificar.
(Del lat. sanctificāre).
1. tr. Hacer a alguien santo por medio de la gracia.
2. tr. Dedicar a Dios algo.
3. tr. Hacer venerable algo por la presencia o contacto de lo que es santo.

Si tomamos solamente las primeras definiciones de ambas términos vemos que son verbos transitivos, es decir que dependen de un sujeto actor y por lo tanto separado del objeto , decir ¿ quién santifica? ¿ quién canoniza? , en el primer caso, el acto de canonización proviene de una institución, en este caso la iglesia católica romana. Por otra parte la santificación es un acto no humano, (cuando se trata de personas)  la gracia solamente proviene de Dios. Por lo tanto estamos ante un acto humano - canonizar-, frente a un acto divino - santificar.

No corresponde a los seres humanos determinar quien o quien no es santo, eso le corresponde a Dios. A lo sumo, los seres humanos podemos santificar los objetos, o los días en el sentido de dedicar a Dios algo - acepción número 2, ( el cuarto mandamiento dice: "acuérdate del día de reposo para santificarlo Exodo 20:8 , es decir para dedicarlo a Dios) 

Respecto a la santificación de las personas el apóstol Pablo escribe en 1 Cor. 6:11, cuando se refiere a la vida antes sin Cristo, "Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.” 

La canonización , y su fase previa la beatificación, son declaraciones humanas institucionales para justificar la adoración, veneración y posterior dedicación de templos, fiestas, etc. a seres humanos que, aunque destaquen por sus virtudes religiosas, no los hace diferentes o superiores a otros  creyentes con un alto grado de devoción, dedicación a la vida piadosa o al ministerio dedicado a Dios.

Para la iglesia reformada no existe la beatificación, ni la canonización. Lo más importante es la santificación que es el resultado de la gracia de Dios hacia los escogidos por Dios para ser salvos, como dice también el apóstol Pablo " no por obras para que nadie se gloríe ( Efesios 2: 8-9)