Filipenses 3: 1-16
31 de diciembre de 2012
Introducción
La vida del ser humano se ha regido por tiempos. Como dice el escritor “ Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay tiempo á todo lo que se quiere y sobre todo lo que se hace” (Ecc. 3: 17); Cada ciclo de vida , llámese día, mes, año, etc. es una oportunidad para el examen, (aunque no a todos les agrada la palabra “examen”), el salmista David pide a Dios hacerle un examen: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: pruébame y reconoce mis pensamientos” ( Salmo 139: 23)
Así pues, hacer un examen periódico de nuestras vidas nos ayuda a poner las cosas en perspectiva, nos ayuda balancear nuestras prioridades y nos permite valorar nuestros logros a la vez que nos muestra nuestras debilidades.
Hoy que tenemos la oportunidad de reunirnos para dar gracias por un año que termina, aprovecharemos también el tiempo para hacer un examen de nuestras vidas tal como el apóstol Pablo lo hizo en su carta a los Filipenses cap 3.
Primero una historia.
Hace algunos años tuvimos la oportunidad de estar en Cuba en un viaje misionero, con la familia y un grupo de jóvenes americanos. Nuestro objetivo era reconstruir el techo de una congregación y un puente que pasaba sobre un canal y llevaba al templo. Ese verano fue uno de los más emocionantes y también uno de los más frustrantes.
Unos meses antes de nuestra llegada una persona había ido al sitio del proyecto para prepararlo todo, tomar las medidas y encargar todos los materiales para la reconstrucción. En Cuba es muy difícil conseguir materiales así que todo el material se compró en Estados Unidos y se envió por medio de un barco con la intención que a nuestra llegada todo estuviera listo y nosotros solamente tendríamos que ensamblar las partes y reemplazar el viejo techo de paja por uno de madera y metal. El puente también de madera, se armaría con las piezas previamente cortadas.
Si embargo no todo sería tan fácil como se había previsto. Cuando llegamos, mucho de nuestro equipo de construcción había desaparecido - o había robado- así que empezamos con el pie izquierdo.
No podíamos comprar ni cocinar nuestra propia comida, así que dependimos totalmente del control de las organizadora de nuestro viaje. Durante ese tiempo tuvimos que enfrentar un virus que dejó a todo el equipo enfermo durante varios días, con fiebres, vómitos y diarreas. Como si eso no fuera suficiente, una de nuestras chicas se cayó del techo y se fracturó el tobillo.
Cuando logramos vencer las enfermedad y otras contrariedades llegó el momento de trabajar en el techo, removimos toda la paja y cuando estábamos listos para empezar a colocar las estructuras de madera nos encontramos que las medidas estaban equivocadas, nada encajaba, la madera estaba cortada, las láminas estaban contadas, pero el espacio era más grande.
En esos momentos ni el entrenamiento, ni los años de experiencia previa servían, simplemente ya no teníamos los materiales suficientes, nuestros fondos se habían acabado y el tiempo para entregar el trabajo estaba por terminar.
Hubo un momento en que no tuve más que admitir mi impotencia ante mi equipo y reconocer que simplemente no encontraba forma de remediarlo, esa tarde, llorando le confesé a Dios que no sabía qué hacer.
¿Alguna vez has sentido que todo lo que sabes no sirve para resolver una situación ? ¿Alguna vez has pensado que todo en realidad es basura y que solamente un poder superior a ti podría lograr sacarte del hoyo?
El apóstol Pablo llegó a la conclusión que todo lo que había sido, y todo lo que había hecho en realidad eran basura. El capítulo 3 de la carta a los Filipenses es una honesta auto-evaluación de lo que el apóstol era. Pablo responde a tres preguntas, mismas tres preguntas que nos haremos hoy como parte de esta evaluación personal.
La primera es ¿Quien soy? ( 3: 3-6)
Es muy común escuchar al final del año que las personas se sienten orgullosas de sus logros, de sus metas alcanzadas y de sus éxitos. También se reflexiona sobre las penurias o dificultades pero con un aire optimista y el deseo que todo irá mejor el próximo año. Las personas renuevan su confianza en sí mismas y esperan que eso les saque adelante.
En el tercer capítulo de la carta a los Filipenses, el apóstol Pablo hace una serie de recomendaciones a la iglesia, !Cuidense! les dice, porque los que han nacido de nuevo no ponen su confianza en sí mismos sino en Cristo . ¿Qué quiso decir el apóstol? lejos de explicarlo con otras palabras, prefiere poner un ejemplo de su propia experiencia.
Pablo explica que él tenía mucho de qué estar orgulloso, de su linaje, de su educación, de su religiosidad, de su entrega a la causa e incluso de su celo por la ley y la justicia. Era un ejemplo de patriota, era un Fariseo “de hueso colorado”, un activista dedicado a la tradición judía, un fanático y eso lo ponía también en una situación privilegiada entre sus contemporáneos.
Pablo tenía un currículum impresionante, no era un ciudadano cualquiera, ya lo podemos escuchar decir “Si alguien tiene razones para confiar en sus propios esfuerzos, !Yo las tengo aún más! (3:4 NTV)
Piensa por un momento ¿Qué es lo que te define? ¿Que es aquello de lo cual te sientes orgulloso? ¿Cuántos diplomas o trofeos adornan tus vitrinas, lo que algunos han dado por llamar “la egoteca”? ¿Cuántas páginas ocupa tu CV? ¿Cuántos títulos acompañan tu nombre en tu tarjeta de presentación?
Los logros personales de Pablo lo definían según “la carne” como bien dice, le habían dado su posición social, le habían abierto las puertas del poder político y religioso pero algo no estaba funcionando.
Si basamos nuestra vida en los logros “según la carne” como lo describe Pablo, entonces algo muy importante falta. Pablo sabía que sus logros personales no eran suficientes para alcanzar algo mucho más importante que era la gloria.
La segunda es ¿Cuánto vale lo que soy? ( 3: 7-11)
Las cosas materiales también definen a las personas.
Quizás has escuchado la frase “Tanto tienes, tanto vales” , el mismo Miguel de Cervantes lo incluyó en el Quijote “Tanto vales cuanto tienes y tanto tienes cuanto vales” (El Quijote II 20), es decir se tiende a darle valor a las personas por lo que tienen. Mientras más se tiene, más alto lugar se tiene en la sociedad; los pequeños pronto aprenden a compararse con sus compañeros, el que tiene el juguete más moderno es el más popular; cuando se hacen grandes los juguetes también crecen y la popularidad crece. El cochecito de control remoto ya no es un juguete ahora es un coche de verdad
Pablo miró sus logros personales antes de Cristo y después de conocer a Cristo. Se dio cuenta que todo lo que lo definía “según la carne” carecían de valor . “Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho” (3: 7 NTV) En otras versiones dice literalmente: “Todo es basura”
En este examen personal vamos a responder a estas preguntas de nuevo ¿cuánto vale lo que soy? ¿Cuál es el valor real de mis logros? ¿Qué tanto perdurará lo que hoy tengo y lo que me define? ¿Cuál es mi legado a mi familia, mi comunidad, a la humanidad? ¿lo que he logrado, es más valioso que la vida eterna?
No estamos desdeñando el éxito, ni el deseo de salir adelante, de tener una mejor calidad de vida, todo eso está bien y es aún parte de las bendiciones de Dios, pero cuando estos niveles elevados de bienestar se convierten en la única cosas importante y el fin último de la vida de una persona entonces el bienestar ya no es suficiente porque lo más importante que es la trascendencia a lo espiritual y lo eterno ha sido desplazado por lo efímero de lo terrenal y lo material.
El apóstol Pablo en su evaluación personal puso en perspectiva las cosas mas importantes y encontró que ser siervo de Cristo es más importante que la posición política o social, encontró que la obediencia a la ley y tradiciones no eran nada comparada con la obediencia a la ley del amor que Cristo predicó, que la salvación de su alma era más importante que la preservación celosa de la tradición judía.
“Así es, todo lo demás no vale nada cuando se compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús mi Señor, por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo” ( 3:8 NTV)
¿Qué tanto valor de das a lo que has conseguido? al terminar este año ¿Qué es aquello que consideras lo más valioso? ¿Es algo material y efímero o es trascendente y eterno?
Pablo encontró que no había cosa más valiosa que conocer a Cristo, servir a Cristo e inclusive morir por Cristo. En otro capítulo de la misma carta dijo “ para mi el vivir es Cristo y el morir es ganancia” ( Filipenses 1:21)
Asimismo reconoció que sus logros personales no le alcanzabann para obtener la vida eterna. No importaba qué tan bueno era, que tan pura era su sangre judía, qué tan obediente de la ley de Moisés había sido, qué tan celoso de guardar la tradiciones, sin conocer a Cristo todo eso era basura y no le ayudaba a salvar su alma. Pero un día Cristo lo encontró, lo salvo le dio un nuevo nombre y un nuevo propósito.
Pablo ahora podía decir !Quiero sufrir con Cristo, quiero participar de su muerte, quiero experimentar la resurrección!
Hermano, amigo ¿Qué tanto valor tienen tus logros? ¿son suficientes para ayudarte a llegar al cielo?
La tercera es ¿Cuánto he alcanzado? ( 3: 12-16)
La vida cristiana no es un fin, es un medio. La vida eterna es el fin, gozar de Dios para siempre es el fin. Así que mientras estemos en este mundo, mientras sigamos en este cuerpo de muerte estaremos en un proceso continuo de perfeccionamiento espiritual.
El apóstol Pablo en la tercera parte de su evaluación personal reconoce que no lo había alcanzado todo, muchos menos había alcanzado la perfección. Pero no porque no lo hubiera alcanzado se estaba dando por vencido, por el contrario él afirma “ sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo” ( 3:12 NTV)
Al finalizar el año usualmente miramos hacia atrás, hacemos un conteo de lo bueno y lo malo, lo logrado y lo que no se logró. Pero si nos quedamos mirando el pasado nos perderemos la aventura del futuro. El apóstol Pablo sabía que lo había sido ya no era importante, que no podía seguir añorando sus viejas glorias, que revivir tanto sus éxitos como sus fracasos no le ayudarían en el futuro.
La afirmación valiente del apóstol debe ser un lema para nosotros los cristianos.
“No amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro solo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial, al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús” ( 3:13-14 NTV)
Si al llegar el final del año consideras que no lo has alcanzado todo, que fracasaste en ocasiones, que el pecado te hizo tropezar, que aquella promesa que hiciste “ahora si voy a leer mi Biblia” no la cumpliste, te tengo buenas noticias. Pablo tampoco lo alcanzó todo aquí en su vida. Pero eso no le impidió tener una visión del futuro en cual iba lograr alcanza la meta a la cual Dios le había llamado, su caídas y fracasos no le impidieron mantenerse firme, fuerte y fiel al llamado de Dios.
¿Cuánto has logrado? ¿Es poco, es mucho, es suficiente? Recuerda que nuestra vida aquí en la tierra solo es un instante, pero la vida con Cristo es eterna.
Nuestra preocupación no es vivir como si fuéramos perfectos ya, sino como buscadores de la perfección, como aprendices de la vida cristiana, como corredores en una carrera que tiene como meta el cielo.
El apóstol Pablo comprendió todo esto porque conoció a Cristo, sirvió a Cristo y murió por Cristo. Su ejemplo debería animarnos a mantenernos mirando al frente, ansiando el futuro, olvidando el pasado y luchando por llegar a la meta que Cristo marcó para nosotros.
Y ... ¿cómo terminó aquella historia en Cuba?...
Finalmente Dios intervino, nos envió ayuda, nos envió a dos hermanos muy diligentes y muy ingeniosos. Conservamos la vieja estructura de madera del templo y sustituimos la paja por las láminas de metal; terminamos justo la noche anterior a nuestro último día en el pueblo.
Todo el tiempo que estuvimos ahí no llovió, o si lo hizo fue muy leve pero el día de la dedicación de la obra cayó un aguacero que sirvió para probar si habíamos colocado bien el techo y efectivamente, ni una gota de agua se filtró....
Dios nos da oportunidades para examinar nuestras vidas, para darnos cuenta de lo que es verdaderamente valioso y para enfocar nuestros ojos en lo eterno. Respondamos a estas preguntas ¿Quien eres? ¿Cuánto vales? ¿Qué has logrado?, Solo Cristo te puede ayudar a darle un nuevo valor a tu vida aquí en la tierra, porque solo Cristo te puede dar la vida eterna allá en el cielo.