sábado, abril 26, 2014

Santificar, canonizar y beatificar no significan lo mismo.

La diferencia va más allá de la semántica , es decir más allá del significado de las palabras.

Veamos primero las definiciones de la Real Academia Española de la Lengua 

 canonizar.
(Del b. lat. canonizāre, y este del gr. κανονίζειν).
1. tr. Declarar solemnemente santo y poner en el catálogo de ellos a un siervo de Dios, ya beatificado.
2. tr. Calificar de bueno a alguien o algo, aun cuando no lo sea.
3. tr. Aprobar y aplaudir algo.

 santificar.
(Del lat. sanctificāre).
1. tr. Hacer a alguien santo por medio de la gracia.
2. tr. Dedicar a Dios algo.
3. tr. Hacer venerable algo por la presencia o contacto de lo que es santo.

Si tomamos solamente las primeras definiciones de ambas términos vemos que son verbos transitivos, es decir que dependen de un sujeto actor y por lo tanto separado del objeto , decir ¿ quién santifica? ¿ quién canoniza? , en el primer caso, el acto de canonización proviene de una institución, en este caso la iglesia católica romana. Por otra parte la santificación es un acto no humano, (cuando se trata de personas)  la gracia solamente proviene de Dios. Por lo tanto estamos ante un acto humano - canonizar-, frente a un acto divino - santificar.

No corresponde a los seres humanos determinar quien o quien no es santo, eso le corresponde a Dios. A lo sumo, los seres humanos podemos santificar los objetos, o los días en el sentido de dedicar a Dios algo - acepción número 2, ( el cuarto mandamiento dice: "acuérdate del día de reposo para santificarlo Exodo 20:8 , es decir para dedicarlo a Dios) 

Respecto a la santificación de las personas el apóstol Pablo escribe en 1 Cor. 6:11, cuando se refiere a la vida antes sin Cristo, "Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.” 

La canonización , y su fase previa la beatificación, son declaraciones humanas institucionales para justificar la adoración, veneración y posterior dedicación de templos, fiestas, etc. a seres humanos que, aunque destaquen por sus virtudes religiosas, no los hace diferentes o superiores a otros  creyentes con un alto grado de devoción, dedicación a la vida piadosa o al ministerio dedicado a Dios.

Para la iglesia reformada no existe la beatificación, ni la canonización. Lo más importante es la santificación que es el resultado de la gracia de Dios hacia los escogidos por Dios para ser salvos, como dice también el apóstol Pablo " no por obras para que nadie se gloríe ( Efesios 2: 8-9)