domingo, septiembre 19, 2010

Perdelo todo para ganarlo todo


Exodo 2: 11-25
Hechos 20:24

“No es un tonto aquel que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder” Jim Elliot (1927- 1956)
“No es un tonto el que se separa de lo que no puede retener cuando esta seguro que será recompensado con lo que no puede perder” Phillip Henry (1631-1696)
Introducción
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Competir y ganar en nuestros días es algo a lo que se le ha dado demasiado valor. Un ejemplo de ello es la reciente Copa Mundial de Futbol; los ganadores son enaltecidos y casi elevados a categoría de héroes, mientras que los perdedores son humillados y despreciados, como si perder un juego de futbol representara una deshonra a la patria.
Existe una obsesión en la sociedad actual por el Ganar, una medalla, un primer lugar, el trofeo, el mejor promedio, el Oscar, el Grammy, el Nobel, concursos para convertirse en millonario, reality shows, el Top ten, la liga, la copa, el torneo, etc. etc.
¿Por qué se le da tanta importancia al ganar? ¿ Es necesario inculcar a nuestros niños la competencia para obtener premios, medallas, primeros lugares, etc.? ¿Qué dice Dios respecto a ganar en comparación con el perder?

Historia de dos perdedores.
Hoy hablaré de los perdedores, aquellos que ante los estándares actuales, nunca hubieran alcanzado los primeros lugares, pero Dios tenía otros planes para ellos.
Moisés y Pablo son dos personas que aunque vivieron en siglos y ambientes diferentes, comparten grandes similitudes
De acuerdo con el relato en Éxodo 2, Moisés había asesinado a un egipcio que estaba abusando de un judío, poco después se dio cuenta que había un testigo de su acto y tuvo que huir, en su huida perdió todo, su posición social, su seguridad, su nombre e identidad como príncipe de Egipto, en un instante su vida cambió radicalmente. De un poderoso líder político, se convirtió en un sencillo pastor de cabras, de vivir opulentamente en un palacio en Egipto, pasó a vivir en una tienda en el desierto.
¿Podría considerarse a Moisés como un perdedor, bajo los estándares actuales? Por supuesto, si alguien hiciera algo semejante hoy día, sería juzgado como un tonto, ¡Nadie deja las riquezas que tiene en un palacio para convertirse en un campesino! Se esperaría todo lo contrario. La tendencia actual es “Ya llegaste al puesto, quédate ahí, has todo lo posible por conservar tu estatus” recuerda que “el que no tranza, no avanza”. ¿ No es así la actitud del mexicano?.

Pablo, creció bajo la tutela de los grandes maestros fariseos, estaba camino a convertirse quizás en sumo sacerdote, pudo haber tenido el poder político y religioso de Israel, aún bajo el dominio Romano, bien educado en la cultura latina y griega, porque era ciudadano romano; Pablo sobrepasaba a sus contemporáneos en conocimientos y habilidades, como él mismo afirma en Gálatas 1: 14, “y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados”. (LBLA)

Tanto Moisés como Pablo fueron llamados por Dios, aunque en circunstancias distintas, mientras Moisés era un pastor de ovejas y Pablo era un perseguidor de la iglesia. A ambos Dios les encomendó tareas similares, a Moisés le encargó la liberación social y espiritual de Israel, mientras que a Pablo le encargó la liberación espiritual del mundo gentil.

Moisés recibió de Dios las palabras de la ley, Pablo recibió la inspiración para escribir en fundamento de nuestra fe en Cristo, las epístolas.

Ambos tuvieron que padecer persecución, desprecio, hambre, malos entendidos, crítica, rumores, ataques, complots, anduvieron errantes por años, Moisés murió en el desierto, Pablo murió en la cárcel, alguno creen que murió decapitado en Roma.

¿Son ambos personajes unos perdedores?, Si, desde el punto de vista humano, si lo son, lo perdieron todo, sin embargo lo ganaron todo.

Pablo afirmó en Gálatas 2: 20 “Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi. Y esta vida que ahora tengo la vivo por mi fe en el hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mi” (LNBD) así mismo afirma en 2 Corintios 12: 10 “Desde que se que lo que sufro lo sufro por Cristo, me siento feliz por mis debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades. En efecto cuando soy débil, entonces soy fuerte”
En la carta a los Filipenses Pablo afirma:

Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, (Fil. 3:8 LBLA) y en los Hechos el escritor Lucas recoge las palabras de Pablo en el capítulo 20: “Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos 20:24 LBLA)


¿Perdedores o vencedores?

Ahora hablemos de perdedores contemporáneos.
La historia de Jim Elliot quizás no es muy conocida entre nuestros jóvenes, se trata de un hombre que vivió de únicamente 28 años, pero vale la pena contar su historia.
Jim nació en una familia de tres hermanos, su padre era predicador y su madre quiropráctica, durante su niñez Jim conoció a varios misioneros y quedó fascinado por las historias de estos hombre, así que decidió convertirse en misionero, se dedicó a aprender griego y español, y a prepararse físicamente para las misiones, llegó a ser campeón de lucha y fue un gran orador, le ofrecieron un puesto de profesor en la universidad donde estudiaba, pero no lo aceptó porque se interpondría en sus planes misioneros.
A los 26 años se casó con una chica que conoció en la universidad y tuvieron una niña, Valerie. En 1958, Jim decidió ir a continuar el trabajo de una misión abandonada entre la tribu Auca del Ecuador. Reunió un equipo de misioneros con otros jóvenes Nate Saint, Ed McCully y Roger Youderian. Los Aucas tenían fama de sanguinarios y de ser caníbales, sin embargo Jim dijo a sus compañeros que “ si esa tribu conociera a Jesús, dejarían sus practicas sanguinarias, solo el poder de Jesús puede cambiarlos”.
Convencidos los 4 hombres partieron un 8 de Enero de 1958 por avioneta hacia la zona de la tribu, días antes habían hecho contacto con la gente, a un joven y algunas mujeres, le habían hecho obsequios y los Aucas respondieron a los misioneros con regalos como loros, plumas y otros objetos. Ese día realizaron un servicio por la mañana y avisaron por radio a sus esposas que regresarían esa tarde, pero nunca regresaron, los Aucas los atacaron y los asesinaron.

Años antes , el 8 de octubre de 1949, Jim había escrito en su diario estas palabras “No es un tonto aquel que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder” Jim Elliot estaba convencido que la salvación de una tribu en Ecuador valía el riesgo de su propia vida. ¿Fue un perdedor? Para algunos quizás si, ¿habrá sido su vida y su muerte en vano?, Por supuesto que no, al año siguiente al asesinato de los cuatro misioneros, sus esposas fueron a la tribu Auca en señal de perdón, este gesto demostrado por las mujeres logró el objetivo de sus esposos y la tribu se convirtió al cristianismo.
Pero no todos pierden la vida por seguir su misión, otros pierden su posición social, sus posesiones, otros son expulsados de sus casas o de sus poblaciones, como sucede en Chiapas y otros lugares en el mundo, aún hoy día.
Conocí a un hombre, su historia no se parece a la de Jim Elliot, quizás en principio sea todo lo contrario, le llamaremos Juan, a los 17 años ya era secretario municipal de su comunidad en Chiapas, y ahí aprendió el machismo de los ancianos, a solucionar todo con licor y favores, a influir en la gente y lograr lo que quería por el poder que tenía, llegó a ser diputado local, se sentó en el congreso junto a líder políticos que siguen hoy día en el poder, tenía todo, dinero, mujeres, viajes. Un día abandonó a su mujer por otra muchacha 15 años más joven que él, esta mujer creyó mas tarde en el evangelio y le insistía a Juan que hiciera lo mismo, no muy convencido Juan asistió a algunos eventos de la iglesia pero volvía a su vida de abusos de alcohol y derroches, La mujer insistió en invitar a Juan a aceptar a Cristo y finalmente Juan lo hizo. Dejó de beber, dejo de frecuentar prostíbulos, dejó de arreglar sus asuntos con licores y favores, y un día Juan perdió su empleo, los amigos de antaño ya no le daban entrada si no ofrecía botellas.
Por si fuera poco un día su automóvil fue robado de su cochera, nunca apareció, en otra ocasión los ladrones vaciaron su casa, se llevaron casi todo, nunca aparecieron los ladrones. Pero la historia no termina ahí, una mañana le llaman diciéndole que su hijo de 9 años había tenido una ataque en la escuela, por varias semana los doctores no podían encontrar el mal de su hijo, el único varón, durante esos días su esposa enfermó de los nervios, comenzó a tener alucinaciones, pesadillas y ataques de pánico.
Llegaron a pensar “ ¿Será que Dios ya no nos ama?” ¿Es esto un castigo de Dios o una prueba?
Juan sigue sin empleo hasta el día de hoy, ya no hay amigos en la política que le tiendan la mano, tiene un título universitario pero no lo contratan; cuando platico con él me dice: “Si esto es lo que Dios quiere de mi, pues ni modo, aprendí a tener mucho, ahora no tengo nada, pero se que Dios así lo quiere”

Enseñanzas para nosotros.
En la Biblia tenemos muchas historias de hombres y mujeres que perdieron todo por ganar algo mucho más grande.

  • Abraham dejó su país y su parentela para seguir el llamado de Dios para crear una nueva nación,
  • Job perdió todo a manos de Satanás, excepto su alma que pertenecía a Dios y Dios le devolvió el doble de lo que había perdido,
  • José perdió su libertad, su familia, su honor y Dios le puso como gobernador de Egipto para salvar a su familia de la sequía y del hambre,
  • Rut renunció su ciudadanía Moabita para seguir unida a su suegra Israelí y se convirtió en una ascendiente del Mesías.
  • David renunció su vida de abuso del poder para ser el líder que Dios necesitaba para su pueblo.
  • Jonás abandonó su orgullo para ir y predicar el evangelio a la nación pagana de Ninive.

Y ni que decir de los profetas y los apóstoles, los misioneros y misioneras que dejaron todo por responder a la comisión de Dios de ir y predicar el evangelio.
Pero el mejor ejemplo de abandono de las cosas que otros consideran importantes es Jesucristo, quien dejó su lugar en el reino de su Padre para convertirse en uno de nosotros y como dice el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses:
“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús: aunque era igual a Dios no consideró esa igualdad como algo a qué aferrarse. Al contrario, por su propia voluntad se rebajó, tomó la naturaleza de esclavo y de esa manera se hizo semejante a los seres humanos. Al hacerse hombre se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte ¡ y muerte de cruz!
Por eso Dios lo engrandeció al máximo y le dio un nombre que está por encima de todos los nombres” (Filipenses 2: 6-10 LNBD)

Quizás sientas que vas perdiendo, que aquello que valorabas en un momento se ha ido, puede ser la salud, la seguridad, el empleo, la paz, la economía. La vida puede dar un giro radical en un abrir y cerrar de ojos.
Es hora de tomar estos ejemplo de fe para acercarnos a Dios y entregar nuestras vidas a sus pies, y decirle como el apóstol Pablo.
“Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte”, ( Filipenses 3: 8-10 LBLA)

Aplicaciones
El Señor Jesús nos enseña en Lucas 17: 33 "Todo el que procure preservar su vida (alma), la perderá; y todo el que la pierda, la conservará.” (LNBH)


  • ¿Quieres tener seguridad para el futuro? ¿Quieres disfrutar de un paz profunda? No pongas su seguridad en las cosas del presente. No pongas tu confianza en la paz actual
  • ¿Quieres saber si disfrutarás de la gloria y la vida eterna? No pongas tu confianza en tus propios méritos, sino en lo que Jesús hizo en la cruz por ti.