domingo, diciembre 14, 2008

Dios está en el aire que respiro


Psa 23:4 Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.

¿Como puede decir la gente que no hay Dios, si cuando respiramos el aire esta él ahí? - me dijo la tía Chati y continuó - "Muchas veces he sentido que me ahogo, que me falta aire, si te falta el aire te mueres, pero cuando vuelves a respirar vuelves a vivir, por eso digo que Dios está en el aire porque él da la vida, gracias a él vivimos, gracias a él estamos en esta vida"

La tía Chati, vió fallecer a su esposo hace unas cuantas semanas, llevaban mas de 60 años de casados, nunca tuvieron hijos pero vieron crecer y cuidaron de casi una docena de sobrinos e hijos de los sobrinos hasta 3 generaciones, y aunque le llamamos tía, mas bien ha sido un madre, una abuelita para nosotros.

Durante su vida ha visto morir a las personas a su lado, su papá y mamá murieron apenas siendo ella una niña, una de sus hermanas murió a los 13 años, otro hermano a los 18, ha visto morir a sus vecinos, al cuñado, a la cuñada, ha enfrentado la enfermedad y cuidado de los enfermos.

"En la Biblia lei que Dios es el que nos da fuerza" - sigue diciendo- "le doy gracias a Dios porque él me da las fuerzas para aguantar todo esto"

Ella estuvo recientemente en un hospital por un problema cardio-pulmonar, que ha padecido toda su vida, pero que a raíz de la enfermedad y muerte de su esposo pareció agravar, junto a ella está mi otra tía, Lupita, también ha acompañado a tía Chati en esos momentos, también ha sido testigo de la enfermedad y el sufrimiento, ambas cuentan su experiencia en el hospital, su momentos de angustia y cómo han salido adelante con la ayuda de su fe en Dios y en Jesucristo.

"Yo le digo a las personas, no se preocupen, hay que aprender a morir, uno debe estar agradecido diariamente con Dios y cuando muramos estar listos" - lo dice con una mezcla de sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos, mientras mira de reojo el pequeño altar que le permite recordar a su esposo, una vela, una flores y unos íconos.

A veces acudimos a consolar y resultamos consolados, creemos que podemos ayudar y resultamos ayudados, creemos llegar a levantar y terminamos siendo levantados por aquellos que han comprendido que la fe que es puesta a prueba es la fe que se fortalece y crece.

Tía Lupe y tía Chati, conocen el sufrimiento personalmente, y también han visto la mano de Dios levantarles y sostenerles, hoy comparten su experiencia, me inspiran y animan, yo también quiero ser tan fuerte como ellas.